Asúan, entrando en el África negra


En la “tranquilidad de la casa” ahora les escribo este nuevo post. Tranquilidad muy sui generis porque la verdad es que tenemos un par de cerros de ropa, más otros dos que dejamos antes de viajar… y que nos están amenazando. (peligro de avalancha)

Me saltaré Luxor, porque honestamente para eso están los libros de historia o la enciclopedia británica (ok… los más niños o pokemones: wikipedia o rincón del vago). Y no… definitivamente no tiene nada que ver con LA disco cutre de Santiago de Chile

En fin, tomamos un tren desde Luxor a Asuán, porque es más agradable que tomar un bus. Todo bien, excepto el atraso de una hora. Intentamos hacernos señas con los nativos, así que la pasamos super bien (entiéndase nativos: niños que hablan más inglés que los papás y a puros gestos…). Fue lo más parecido a un encuentro cercano del 3er tipo o intentar hablar con ET.

Asuán es una ciudad, al contrario de El Cairo, muy relajada. ES el lugar sin dudas para sólo sentarse en un restaurant o bolichito (chiringuito) y mirar las feluccas por horas como navegan por el río Nilo, y ver de manera casi hipnótica, como contrastan los azules del río, lo verde de las islitas y las tonalidades del desierto… mientras pincelazos blancos manchan este lienzo pintoresco. (obviamente con mi fiel Stella bien helada… aunque de vez en cuando me pasaba a la otra cerveza local Sakara).


Nuestra primera felucca ride (el che guevara es mi copiloto...) fue con destino:


a. El museo de la Isla Elefantina y al aire libre están las restauraciones a distintos edificios egipcios, tolemaicos y romanos (recomendable. Poco visitado y puedes ver como están restaurando distintas partes de la isla desde ruinas y templos) y...
b. Una visita al Jardín Botánico, un pequeño remanzo de paz y visita clásica de la gente de la ciudad.

Con precio razonable, hicimos nuestra pequeña excursión a Abu Simbel. Partimos a las 3:30 am en uno de los “convoys”, mientras Carla dormía me entretenía mirando el cielo estrellado del desierto, mientras poco a poco comenzaba un nuevo amanecer y las aparecían las notalidades rojizas y pardas que caracterizan los desiertos...

First thing in the morning… finally
ABU SIMBEL, con sus templos conmemorativos de Ramses II y su esposa Nefertari. Estos fueron salvados por la UNESCO por la inundación provocada por las represas contruidas por el presidente Nasser. Lo interesante es que dentro de sus paredes puedes leer (o más bien mirar) de la historia del Nuevo Imperio, y las conquistas de Ramses… (¿recuerdan cuando tenían 3 años y cogían las revistas y sólo miraban las figuritas y fotos?)… Soberbio!


El último día en Asuán: decididos a darnos un descanso de la frenética procesión de Luxor (templos, tumbas, tumbas y más tumbas…), los castigazos en bus (18 hrs y más) y antes de regresar al caos del Cairo y al mundo occidental… optamos por colarnos a la piscina del hotel Ibis y aprovechar los 30°…
one Stella please!

Conocimos a una de las parejas más extrañas de todo el viaje, que “nos invitaron” a subirnos a su motor boat y recorrer hasta la playa del río donde es “seguro lanzarse” (convengamos, el río Nilo es un mierdal… ¿han oído hablar de la Esquitosomiasis?) La pareja en cuestión era Helmut (alemán berlinés, semi retirado, ehmm 55 años?) y Sunita (nepalesa, estudios hasta 5 o 6 primaria… ehmm supongo que 20 años, pero no representaba más de 15…). En fin, sacando de lado nuestros complejos de alemán pederasta con asiática menor de edad… eran súper amistosos y dimos un bonito paseo por las islitas...

y finalmente me dí un chapuzon....
Nota: no me dió nada... soy un autentico discípulo de Chuck Norris

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